(Narra _____)
Llevábamos ya más de veinte minutos
dando vueltas con el coche por el mismo barrio. Todas las casas eran
iguales; grandes, pijas... cualquiera tendría lo que buscábamos.
Mientras Angela volvía a repasar una y otra vez las dos filas de
chalet, que esta vez habíamos llegado a la última calle, la vi
sonreír, ya había encontrado la que le convencía.
-¿Y bien?- pregunté poniéndome mi
jersey negro.
-Esa.- volvió a sonreír señalando la
casa que estaba a nuestra derecha.
-¿Segura?- metí la pistola dentro de
mi bota y agarré la bolsa.
-Segura.- afirmó cogiendo su arma.
Dejamos el coche arrancado, no serían
más de diez minutos yen la casa no parecía haber nadie. Nos fuimos
a la parte trasera. Premio, la puerta que daba al jardín estaba
abierta no sería muy difícil apañárselas con la puerta de dentro.
Angela se quitó la horquilla del pelo y con un sutíl movimiento
escuchamos el, clack. Se metió la horquilla en el bolsillo de los
vaqueros y encendió la pequeña linterna que llevaba.
-Voy arriba a comprobar que no hay
nadie.- dijo y empezó a subir las escaleras sigilosamente.
Encendí mi linterna y llegué a un
salón. Había dos latas de cerveza y una caja de pizza termina en
una pequeña mesa. Busqué por las sillas de la mesa más grande,
nada, encima de la mesa, nada. Uf.
Claro (____), eres estúpida. Me fui a
la puerta principal. Había un perchero con dos o tres abrigos,
rebusqué por los bolsillos y encontré dos carteras, cada una en un
abrigo, el otro estaba vació. Estaba claro, en la casa vivían dos
hombres o dos chavales jóvenes, quizá eran una pareja. Abrí las
carteras, ambas llevaban dinero... y bastante.
-Por arriba está todo despejado, pero
estos tios son unos guarros.- Angela señaló con la linterna unos
boxers azules los cuales llevaba colgando con dos dedos intentando
tocarlos lo menos posible.
-¿Te has metido a las habitaciones?-
dije apagando la literna y encendiendo la luz del salón.
-No, si es que estaban en el pasillo.-
dijo con cara de asco y los soltó dejándolos caer sobre el sofá.
-Estos tíos no tienen mal gusto.- la
casa era grande, más por dentro que por fuera. Lo inspeccioné todo.
-Siguen siendo unos cerdos.- rodó los
ojos mirando las cervezas y la caja de pizza.
Tras investigar un par de minutos,
Angela dió con una especie de caja fuerte detrás del plasma.
-No tienen pinta de se rmuy
espabilados.- rebusqué por las carteras que había cogido
anteriormente. Busqué los DNI y sin prestarle atención a las fotos
o los nombres le di a Angela las dos opciones.
-No es 24 12 91.- dijo intentándolo de
nuevo.- ¿cómo era la otra?
-A ver...- miré una vez más el otro
DNI.- 01 02 94
-Voy a intentarlo.- Angela volvió a
trastear la caja.- oye, ¿y no te parece raro que se marchen de casa
sin las carteras?
-¿Y qué más da?, arriba no hay
nadie, ¿no?- negó con la cabeza.- pues ya esta.
-¡Premio!, estos tios son tontos,
definitivamente.
Llenamos la bolsa con el dinero que nos
encontramos en la caja fuerte, tampoco era demasiado pero no estaba
nada mal.
-Mira que monada.- dijo Angela
mostrándome su muñeca.
-Si lo sé subo yo.- había encontrado
un rolex.
-Soy más rápida, ¿vas a coger ese
portátil?
-Deberíamos irnos ya.- dijo
agarrándolo y metiéndolo en la bolsa como pude.
-Pero aún así lo coges.- se burló de
mí.
Se entretuvo intentando coger algo de
uno de los cajones del mueble del pasillo y yo aproveché para ir a
la cocina, las llaves del Rang Rover que había aparcado fuera
estaban en un cuenco.
-Angela, ¡vamos!- grité yendo a la
puerta del jardín.- ¡dios!, ¡Angela!- grité dejando las llaves
que acababa de coger en la encimera.- ¡vámonos!
Al entrar de nuevo al salón no vi a
Angela por ningún sitio, supuse que había vuelto a subir en busca
de alguna nueva ganga de la que agenciarse. Me quedé mirando las
fotos que había en el salón, los chicos que vivían allí serían
unos cerdos pero parecían guapos.
Escuché una especie de grito ahogado,
sin duda, era ella. Quise subir para buscarla pero antes de poner un
pié en esas malditas escaleras unas manos me rodearon desde atrás,
no pude moverme a causa de que una de ellas aferraba mis caderas con
fuerza junto con mis brazos y tampoco podía gritar, la otra mano me
aprisionaba los labios dejándome sólo un pequeño hueco para poder
respirar por la nariz.
Intenté levantar la pierna para llegar
a mi arma pero al hacerlo solo conseguí golpear a quien fuera que
estuviera detrás haciéndole caer al suelo. Me removí aún entre
esos brazos desconocidos y logré darme la vuelta pero el chico fue
más rápido y de un empujón me dejó debajo de él. Repasé el
cuerpo desnudo del chic o hasta la cintura, pues lo único que
llevaba eran unos pantalones de deporte color negro. Elevé la mirada
lentamente hasta encontrarme con unos ojos verdes y una expresión
con el ceño fruncido. Mis manos eran su propiedad en ese momento, no
me podía mover sólo me podía arriesgar a darle un cabezazo pero
probablemente acabaría inconsciente yo.
-¡Louis, tengo a la otra!- gritó el
chico mirando la puerta esperando a que bajara su amigo.
Aproveché el despiste y me erguí para
morderle fuerte en el hombro, logré que me soltara y pusiera su mano
en la zona dolorida. Me levante y alcancé la bota, podría conseguir
con facilidad la pistola. Y no, nunca la llevaba cargada, no sería
capaz de matar a nadie en mi vida.
-No lo intentes.- dijo para mi asombro,
tranquilo. Tiró de mis piernas hasta que caí de nuevo al suelo,
esta vez de rodillas y volvió a coger mis manos.
-¿Cómo puedes ser tan pequeña y
tener tan mal genio?- se escuchó la voz del otro chico. Apareció en
la cocina con mi amiga colgando de su hombro.
La miré, era increíble, nunca nadie
había podido con ella. De nuevo, el que me había cogido se despistó
por unos segundos viendo como mi amiga pegaba puñetazos desesperada
en la espalda del otro. Aproveché y le di un patada que le hizo
voltearse hasta caer al suelo. Cogí la pistola y la elevé hacia el
chico de ojos azules.
-Suéltale.- hice ver que cargaba la
pistola aún que no fuera verdad- ¡suéltale ahora mismo!
-¡Bájame!- él chico me miró como si
hubiera visto a un fantasma y poco a poco dejó a Angela en el suelo.
-Al suelo.- le hice un gesto para que
se sentara con el otro, este no se levantaba. Puto quejica, la patada
no le habría hecho ni cosquillas.
-¡Harry!- gritó a su lado.- ¿qué le
has hecho, puta?, ¡Harry!, ¿estás bien?
-Hmm.- se quejó en el suelo.- estoy
bien.
-Os habéis equivocado de chicas.- dijo
Angela sacando su arma.
-Ya tenéis lo que queríais.- dijo ese
entre dientes sujetando al tal Harry.
-Ah- ah.- Angela se acercó a él, se
agachó y poniendo la cara del chico casi a la altura de su escote le
agarró de la camiseta.- dame ahora mismo ese teléfono, no querrás
terminar de marcar el número de la policía y que yo termine
apretando el gatillo, ¿verdad, encanto?
-Zorra.- pronunció él.
-Bueno, es lo más dulce que me dicen
desde hace mucho tiempo.- dijo ella cogiendo el teléfono.
Mis ojos repasaban al chico que estaba
tirado en el suelo, no le había podido hacer tanto daño, se estaba
sujetando con fuerza el estómago y volvió a quejarse. Observé que
lo que tenía era una herida en el costado que le habría hecho con
una de las hebillas.
-Podría curarte.- dije agachándome,
no fue mi intención herirle.
-Apártate de él.
-Louis.- pronunció aún quejándose.-
déjalo. Tu vigila a la enana.- miró a Angela. Inconscientemente una
sonrisa se me escapó pero la detuve a tiempo.
-Podrías quedarte sin descendencia si
me diera la gana, así que no me toques las narices.- dijo Angela
sentándose frente a Louis.
-Vamos.- le ofrecí la mano para
levantarse.
Acepto y subimos al baño.
(Narra Harry)
Cualquier persona estaría loca al
hacer algo así, pero sabía que ninguna de esas dos chicas habría
sido capaz de usar la pistola. La pequeñita, que se había quedado
con Louis, nos había apartado la mirada todo el rato, todo ese
momento que habíamos estado en la cocina, era lo más inseguro y
asustado del mundo, creo que incluso más que Louis. Estaba seguro de
que a lo único que tenía miedo era a que las arrestaran. En cuanto
a la otra lo sabía porque, si no, nunca habría sido capaz de
ofrecerse a ayudarme. Además aceptando y subiendo al baño ganaba
más tiempo para que Louis desarmara, por si acaso, a la otra.
Mientras la chica rebuscaba en el botiquín miré sus caderas, pues
el jersey se le había subido un poco, y esos moratones que llevaba
no eran míos de cuando la había agarrado, era imposible.
Cogió un gran trozo de algodón y lo
mojó en alcohol, iba a escocer mucho, demasiado, así que apreté
los dientes con antelación preparándome para lo que venía. Cuando
noté mi piel arder para ese trozo blanco cerré con fuerza los ojos
pero aún así no pude evitar soltar un gemido de dolor.
-Lo siento.
-Da igual.- murmuré.
El dolor se hizo más pasajero y cuando
ya se me estaba pasando un poco aproveché para soltar la pregunta
que llevaba guardándome todo ese rato.
-¿Qué te ha pasado en la cintura?
-¿Eh?- dijo nerviosa tirando el
algodón a la basura.
-Los moratones.
-No me ha pasado nada.- pareció
sentenciarlo. Me puso el trozo de venda y lo pegó con un trozo de
adhesivo.
-¿Qué te ha pasado?- repetí.
-No te importa.
Me acerqué a ella y la acorralé
contra el lavabo, cogió la pistola que había dejado previamente
sobre una leja de cristal y me empujó con ella hacia atrás.
-Vamos, adelante.- me sorprendí de que
mi voz no temblara. Volví a rodearla.
-Que te apartes.- me puso el arma en el
pecho. Tragué saliva y escuché como presionaba con fuerza el dedo
en el gatillo.
(Narrador externo)
El disparo fue sonoro en toda la
habitación. Los dos chicos que estaban abajo se sobresaltaron. él
temiendo por la vida de su amigo y ella temiendo porque la mal
afortunada fuera (______). Pero no era posible, ¿cómo?, sabía que
no llevaba balas, (____) era la que nunca la llevaba cargada. Angela
dudo por un momento, apuntó hacia uno de los muebles de la cocina
con su pistola y Louis se tapó los oídos sin saber que hacía esa
loca. Cuando Angela apretó el gatillo ningún ruido se escucho.
Angela y (______) se habían confundido al coger sus pistolas.