miércoles, 29 de febrero de 2012

ONE SHOT. LIAM PAYNE Y TU. PARTE 1


Voy por el centro de Londres con mi iPod a toda pastilla, como siempre, perdida en uno de mis libros, esta vez, química perfecta, releía uno de mis capítulos preferidos. Las calles estás ha rebosar, gente por todos lados haciendo las últimas compras de navidad.

Mi móvil suena y paro la música del iPod, veo la pantalla, Elisabeth me está llamando.

-Dime.- contesté.- espero que sea importante, me has cortado a 30 seconds to mars.
-¡Es importante!.- dijo ilusionada.
Dispara.- dije suspirando.
-¿Estás cerca del centro comercial?
-¿De cual, mujer?.- pregunté entrado a Starbucks.
-El que hay al lado de casa de tu abuela, dime que estás cerca.- suplicó.
-A 3 o 4 paradas de metro.
-Por favor, por favor, vente conmigo.- volvió a suplicar.
-¿Pero estás allí?.- me quité el móvil.- un capuchino con chocolate, grande.- pedí.
-Claro, estoy en la cola.
-¿Cola?.- dije pagando.
-Sí, es un grupo de música, vente conmigo. Estoy en la cola que hay en la sección de CDs, no tardes.
¿Pero que grupo?.- dije y agarré mi café.
-Joder, One..- se cortó.
-¿One qué?.- pregunté perdida.

Yupi. Mi móvil había muerto. Pues nada. Lo guardé en el bolsillo y me volví a poner los cascos. Guardé mi libro en mi bolso y me fui al metro con mi café. Dios, que rico que estaba.

Cuando llegué al centro comercial quise matar a Elisabeth, la cola era enorme. Sólo había chicas y cada una gritaba más que la anterior. Busqué a Elisabeth con la mirada pero es que era imposible. Mierda y mi móvil seguía apagado.

Me fui a los baños, tiré el café ya terminado en la papeleta y me lavé las manos. No quedaba papel para secarme en el baño de chicas. Me asomé al de los chicos, no había nadie. Pues adentro.

Estaba cogiendo el papel y escuché una puerta abrirse. Mierda, se suponía que estaba vacía. Salió un chico. Esperé a que se diera la vuelta e intente no ponerme muy roja, seguía en el baño de chicos.

-Creo que te has equivocado.- dijo al girarse y mirarme extrañado. Tuve que tragar saliva, era muy guapo y la sonrisa terminó poniéndome más roja.
-No había en mi baño.- dije y le mostré el papel.
-Vaya, ¿y por eso te cuelas en el baño de los chicos?.- preguntó pasando por mi lado para lavarse las manos.
-Sí.- asentí.- un placer colarme en tu baño.- ¿qué?, ¿pero es que estás tonta?
-¿Qué?.- dijo sonriéndome. No hagas eso.
-Nada.- me giré.
-¿Tampoco tienes nombre?.- volví a tragar saliva, sonreí y me giré.
-Sí, eso sí.- me acerqué.- me llamo (____).- le tendí la mano.
-Pues encantado (____). Me llamo Liam.- Liam.- ¿has venido a la firma?.- preguntó extrañado.
-¿Eh?. ¿yo?, no, que va, mi amiga me ha dicho que venía no se qué grupo y me toca hacer la cola con ella.
-Venga, pues suerte.- volvió a sonreir.
-Más bien desesperación, no se quienes son.

Él volvió a sonreír y yo me volví a poner roja. Pasó por mi lado y se fue con sus amigos, le estaban esperando cerca de los ascensores. Volví a la cola y seguí buscando.

-¡(___________)!.- escuché un grito y me giré. Elisabeth estaba de las primeras.
-Te voy a matar.- dije pasando bajo la barra de seguridad. Todas las chicas detrás de Elisabeth me miraron mal.
-¡Has venido!.- chilló en mi odio.
-No, soy un espectro.- ironicé.
-Tonta.- me soltó.- toma.- me tendió una libreta pequeña.
-¿Para que es esto?.- pregunté.
-Porque quiero que me la firmen y yo llevo una foto.

La cola comenzó a avanzar y empezaron a empujarnos. Ya estaba desesperada y odiaba a quienes quisiera que fuéramos a ver y a Elisabeth por haberme echo ir.

-¡Parad de empujar, hostia!.- grité girándome.
-Pues avanza idiota.- me gritó un chica rubia detrás de mí. Miré al frente, efectivamente tenía que avanzar, Elisabeth me miraba acercándose a la mesa.

Llegué a la mesa con torpeza sorteando los cables de los altavoces que había en el suelo. Elisabeth estaba con el segundo chico, sonriendo como una tonta y comiéndoselos con la mirada. Sólo me fijé en el primero. Le tendí la libreta y me miró, parecía simpático.

-¿Cómo te llamas?.- preguntó el rubito. Seguía en el primer puesto.
-(____).- sonreí, joder, que ojos más… azules.
-Toma.- dijo después de firmar.
-Mejor pasala.- contesté y el chico se la dio al segundo.

Esta vez tenía frente a mí a un morenazo de ojos marrones. Me puso una sonrisa torcida que hizo que se me olvidara la hora. ¿Porqué Elisabeth no me habló de ellos antes?

Le pasó la libeta al siguiente chico. Esta vez la mirada era verde.

-Hola preciosa.- me saludó.
-Hola.- contesté cortada.

La libreta volvió a rular a la derecha y esta vez un chaval con tirantes y ojitos azul grisáceo me miraba divertido. Elisabeth estaba con el otro a mi lado pero no pude verle la cara.

-¡Hola!.- chilló el de tirantes, me asustó un poco.
-¡Hola!:- soné como él, si no peor. Se levantó y me dio un abrazo. Elisabeth me articuló un nombre con la boca.
-¡Louis!.- grité.- yo soy (_____).- volvimos a sonreír y le dio la libreta al último chico.

Al acercarme le miré un poca extrañada. Elevo la cabeza y me marcó una sonrisa aún más bonita que la que ya había visto.

-Eres tu.- dije entre dientes.
-Hola, cuanto tiempo, ¿no?
-No sabía que…
-Me he dado cuenta.- rio y firmó la libreta. Vi como rompía una de las hojas del final y antes de que la chica de mi lado avanzara escribió algo y me lo tendió.

Me fui de allí colorada y escuché un, adiós (____).

Cuando llegué a casa me tumbé en la cama y saqué el papel del bolsillo. Ponía su nombre y debajo había un número de teléfono. Bah, tenía que ser una coña, un famoso no da su número así como así.



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